POR PEDRO ABELARDO IC Estrella
La mujer sentada en un arriate del mercado con la piel arrugada, el cabello canoso y desaliñado vendía matitas. La que más me gustó fue una pequeña albahaca que ella tenía a sus pies.
Cuando me acerqué a la plantita, la mujer levantó la vista.
—¿A cuánto me vende esta albahaca? –le dije.
Lo pensó unos momentos, me vio el rostro y dijo dudando:
—Veinte pesos…
Sonreí y saqué de mi cartera un billete de 20 pesos. La mujer bajó la vista y le echó una mirada melancólica a su planta. Respiró hondo mientras la metía en una bolsa de plástico. Me la entregó, y cuando me dispuse a partir hacia mi casa me detuvo:
—Espere, déjeme darle un poco de agua, hay mucho calor.
Abrí la bolsa y la mujer le dio a beber una taza de agua a mi nueva planta. Cerré la bolsa y cuando comenzaba a caminar me volvió a detener, no me quería dejar ir.
—Platique con ella mucho, así va a crecer muy bien.
Asentí con la cabeza y volví a caminar, la abuela me detuvo otra vez. No es a mí al que busca, es a su albahaca:
—Cada nochecita riéguela, así va a crecer muy bien.
—Claro, seguro— le dije a la mujer mientras le sonreía.
Me viré para irme, pero me volvió a hablar.
—Cada noche cántele, sólo a ella, “Cucú cantaba la Rana”. Es su canción favorita. Cántesela, así va a crecer muy bien.
Abrí mucho los ojos y me detuve, me di cuenta que no era una simple planta lo que me vendió, sino su albahaca.
Entonces le respondí bien, sin temor, seguro que cuidaría bien de su albahaca:
—No se preocupe, ella va a crecer muy bien conmigo.
Avancé unos metros de la anciana cuando otra vendedora me dijo vociferando: “¡Déjala, está loca!”. No le respondí, la miré de reojo y vi a sus plantitas descuidadas. Desde lejos le sonreí por última vez a la abuela y me fui, rompiendo así un vínculo entre la Loca y su albahaca.
(1) Imagen tomada de http://www.pixnio.com/es/animales/insectos-bichos/abejas/abejas-pollenating-albahaca